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Jane Fonda y la experiencia lectora

Hace algunos meses vi en Netflix una entrevista a Jane Fonda, realizada por Norm Macdonald. A sus ochenta años esta actriz llama la atención porque tiene mucha energía y conserva la agilidad mental que tenía hace décadas, pero agudizada por la experiencia. Todos la recordamos por muchas de sus películas (mi favorita es Julia, basada en el libro Pentimento de Lillian Hellman) y también porque durante los años sesenta y setenta su activismo en contra de la guerra de Vietnam la llevó a la cárcel y a vivir una temporada bajo amenazas de muerte. Algunos más quizá la recuerden por sus matrimonios, siempre con hombres brillantes y poderosos, o por los videos en los que promovía la activación física.

Sin embargo, lo verdaderamente interesante en la entrevista que vi no fue lo que reveló sobre su vida personal, sino una breve reflexión que tuvo acerca de su relación con los libros. De acuerdo con sus palabras, ninguna obra cinematográfica, ni siquiera las que protagonizó su padre, Henry Fonda, logró causar en ella una experiencia como la que le otorgó la lectura, a la que califica como una verdadera epifanía. Para ser más clara, la actriz se refiera a esa experiencia como ese momento en el que nos abstraemos en la lectura y olvidamos que estamos leyendo, ese momento en el que nos volvemos uno con el libro y el mundo que nos rodea desaparece. Quienes hemos tenido la fortuna de experimentar esa sensación incluso guardamos en la memoria cuando eso nos ocurrió de manera inicial, recordamos nuestra primera epifanía lectora como algo único.

Jane Fonda compara la experiencia de ver una película con la de leer un libro y considera que sólo los libros le brindaron esa epifanía, esa revelación. Pero más allá de establecer comparaciones, lo importante es comprender que la experiencia de la lectura es singular, no puede ser sustituida por ningún otro lenguaje artístico. La cinematografía, las artes visuales o la música nos aportan otro tipo de experiencia que también nos enriquece, pero de una manera completamente diferente. Esa experiencia lectora, esa singularidad a la que Jane Fonda se refirió en la entrevista, es la que es necesario compartir, contagiar.

La población lectora actual en México, de acuerdo con el Módulo de Lectura 2023 del INEGI, es 12.3 por ciento menor a la que existía en 2016. Es una realidad, estamos leyendo menos en nuestro país y en el mundo. Uno de los indicadores del estudio del INEGI determina que quienes no leen expresan que sufrieron una carencia de estímulos desde la infancia, pues “83.0% declaró que sus padres o tutores no la llevaban a bibliotecas o librerías, 79.7% dijo que sus padres o tutores no le leían y 68.3% no veía a sus padres o tutores leer”. En pocas palabras, estas personas no tuvieron quién les compartiera la experiencia de la lectura, nadie les ayudó a encontrar esa epifanía, esa revelación que nos otorgan los libros.

Claro, estas cifras siempre son utilizadas para atacar a los funcionarios en turno y señalar su fracaso en lo que se ha dado en llamar la “animación lectora”. Pero, la verdad, en México ningún gobierno en las épocas recientes ha tenido aciertos en la promoción de la lectura. Se podría enumerar una gran cantidad de razones por los que los funcionarios han sido incapaces de ofrecer buenos resultados, pero creo que podemos resumirlo en pocas palabras: los encargados de promover la lectura no son verdaderos lectores y por ello no pueden compartir ese placer. La verdad es que los funcionarios están preocupados por convencer a su superior de que los números son positivos y de que se han realizado actividades relacionadas con los libros, pero no es su prioridad que las personas lean. Y eso ha ocurrido en los gobiernos de todos los colores.

Cuando se realiza una función de títeres para invitar a los niños a leer, lo que no se ve es que en realidad a los niños se les está iniciando en una experiencia artística tal vez muy valiosa, pero diferente a la de la lectura. Y lo mismo ocurre con los espectáculos musicales. Es decir, no es posible lograr una promoción efectiva de la lectura si no se coloca al libro como el protagonista. Los libros están ahí, cerca de nosotros, al alcance de nuestra mano, en librerías, en bibliotecas públicas, en bibliotecas personales. Hacia ellos debemos dirigir la mirada. Cuando una persona de cualquier edad se acerca a los estantes que atesoran ejemplares no debemos distraerla, sino propiciar un ambiente que le permita encontrar su propia experiencia lectora.

¿Los altos precios obstaculizan que se lean libros? Sí, pero sólo cierto tipo de libros. No es el caso de los clásicos, es decir, las obras más importantes de la literatura de todos los tiempos, que pueden ser adquiridos a precios ínfimos o pueden leerse de manera gratuita en las bibliotecas públicas. ¿Existen pocas bibliotecas? Yo diría que quien esté interesado en leer puede encontrar una biblioteca pública cercana en prácticamente todas las ciudades de nuestro país. Ojalá que lográramos atestar esas bibliotecas para decir que realmente son pocas.

Todos nos quejamos de los gobiernos y realmente es muy sencillo encontrar razones para expresar nuestro descontento. Es cierto, el sector público debe brindarnos servicios prioritarios para nuestra vida. Pero, debemos preguntarnos qué tan sano es que le dejemos a los funcionarios la tarea de generar lectores de libros, pues aun cuando lograran el objetivo, ¿no corremos el riesgo de que cada gobierno promueva más los libros que le son afines y con ello decrezca la libertad de elegir leer lo que se nos da la gana? Quienes ya fueron atrapados en el placer de la lectura son quienes pueden compartirlo. Los propios lectores han logrado que prevalezca este hábito. La realidad es que, aunque las cifras indiquen un decrecimiento, se sigue leyendo libros en México porque los lectores se encargan de contagiar esa experiencia. Si somos lectores, tenemos la responsabilidad de heredar ese placer a nuestros hijos y a quien sea. Y para lograrlos sólo basta con abordar a una persona cercana y decirle “escucha este párrafo que acabo de leer, no te parece increíble”.




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