El misterio (resuelto) del ladrón de manuscritos

Los editores son, en el común de los casos, buscadores de buenas tramas policiacas, sin embargo, en muy pocas ocasiones son ellos mismos personajes de esas historias. Eso no significa que no haya entre ellos personas capaces de cometer delitos, sino más bien que quienes tienen ese oficio saben permanecer fuera de las portadas o, en términos fílmicos, de los reflectores.
Eso sí, hay excepciones, es decir, algunos cometen fallas y son sorprendidos. Hace algunos meses, una nota de The New York Times divulgó una historia verdaderamente misteriosa acerca de un ladrón de manuscritos. De acuerdo con esa información, alguien había engañado a una gran cantidad de escritores ante quienes fingía ser un poderoso agente literario o integrante de las editoriales con las que estaban contratados y mediante esa trampa obtenía sus manuscritos. El estafador era no sólo extremadamente hábil para convencer a sus víctimas, sino también tenaz y minucioso. Logró obtener ciento de obras no sólo de autores noveles, sino también de celebridades, como el actor Ethan Hawke o la escritora Margaret Atwood quien entregó al ladrón su manuscrito con la continuación de La historia de la criada.
Lo que nadie se explicaba es la razón de esos robos. Ninguna de las víctimas fue sometida a una extorsión y no se veía cómo podría el misterioso estafador sacar provecho de ese material. Algunos pensaron que podría ser simplemente un lector demasiado apasionado e impaciente que no podía esperar a que las obras se publicaran. Pero el hecho de que fueran las grandes editoriales el objetivo de su interés daba algunas pistas. De hecho, era claro que quien perpetraba los robos entendía perfectamente la manera en que el negocio de la publicación funciona e incluso escribía con los términos que utilizan quienes forman parte de él.
La actividad criminal del estafador se realizó durante años y tuvo como objetivo a escritores, agentes literarios y editores de países como Suecia, Taiwán, Israel e Italia. Si bien, esta historia parece incluso humorística, las víctimas realmente comenzaron a sentirse vulneradas, pues no sabían en manos de quién había caído su trabajo.
El misterio se resolvió, a medias, la primera semana del 2022, cuando un joven de 29 años, el ciudadano italiano Filippo Bernardini, fue detenido en el aeropuerto John F. Kennedy de la ciudad de Nueva York, acusado de haber robado cientos de manuscritos. Al parecer, existen suficientes pruebas para incriminarlo, lo que aún no termina por entenderse es la razón que tuvo para cometer esos hurtos, pues en ningún caso obtuvo un beneficio económico. Además, el sospechoso resultó ser empleado de Simon & Schuster en la Gran Bretaña, lo que confirmaba algunos de los indicios.
Es inexplicable por qué este hombre dedicó durante años tal cantidad de trabajo a esa empresa ilegal, pues con sus habilidades habría podido realizar estafas verdaderamente redituables, como ya han ocurrido en otras ocasiones. En 2020, por ejemplo alguien suplantó la identidad de la escritora mexicana Valeria Luiselli y logró que le depositaran las 30 mil libras del premio The Rathbones Folio. Eso no afectó a la autora, pero sí a la fundación que otorga el premio.
Filippo Bernardini es, pues, un caso muy especial y verdaderamente enigmático. Ahora tendrá que afrontar un juicio que podría hacerlo pasar hasta veinte años en la cárcel por delitos que, aparentemente, no le dejaron otra satisfacción que haberlos cometido.